domingo, 13 de noviembre de 2011

Leer en Misa


         CONSEJOS PARA LEER EN MISA

JESÚS LEYENDO EN LA SINAGOGA(San Lucas 4, 16:20) .


Jesús lee públicamente en la sinagoga (San Lucas 4, 16:20):

16 Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.
17 Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
18 "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos
19 y proclamar un año de gracia del Señor".
20 Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.

            Hace unas semanas, el pasado 23 de Octubre, tuve que vencer mi yo en la Iglesia. Quedaban 15 minutos para empezar la Santa Misa de las 12 y estaban los niños de la catequesis rezando el Ángelus. La encargada de la catequesis iba de banco en banco preguntando algo y recibiendo negativas. Hasta que llegó a donde estaba yo y pude saciar mi curiosidad. Buscaba un voluntario para encargarse de la segunda lectura. Dije un rápido no-un no que inmediatamente me supo mal y que me amargo mi ser. Sentía que a pesar de mi debilidad de ser vergonzoso, era un cómodo y un egoísta. 
Ella siguió deambulando en cada banco y recibiendo negativas. En un arrebato se lo ofrecí al Señor y me acerqué a ella.  Me tocaba la segunda lectura del Antiguo Testamento. Estuve todo el principio algo nervioso y cuando me tocó subir al Ambón, cometí el error del principiante nervioso de leerlo bastante rápido y monocorde.

               Terminada la Misa, un lector veterano me esperó amablemente para darme unas recomendaciones básicas. Y si alguna vez, ocasionalmente se os presenta la posibilidad de subir al Ambón para leer ( la Primera Lectura, Los Salmos, La Segunda Lectura o La Oración de los Fieles) o queréis ser lectores habituales, aquí unos rápidos consejos fáciles de recordar:

  1. Leer antes de la Misa. Si te fijas, los lectores se suben al Ambón antes de la Misa y los podrás ver leyendo o releyendo el texto que les toca. Esto es para familiarizarte con el texto. La razón es que interiorizas lo que vas a proclamar y por lo tanto, te resultará más fácil. En la  primera premisa falle, no subí porque no lo sabía. Después leí de forma autómata sin enterarme.
  2. Leer con “el cuerpo. Cuando subas, una vez colocado frente a la biblia, se debe de mantener una posición recta y con los brazos apoyados en los "sujeta brazos" que algunos Ambones prestan para el lector.  Sino coges los laterales. Esto ayuda a afianzar la seguridad. El lenguaje no verbal es el resultado de nuestras emociones o pensamientos, pero a la inversa, con una postura correcta podemos mitigar nuestro interior, sobre todo los nervios del momento. El lector veterano me comentó que ahora disfruta mucho, pero que las primeras veces le temblaban las piernas por eso que se agarraba con fuerza a los laterales y al abarcar los brazos, con una posición recta en los pies le ayudaba mucho. Yo recuerdo haberme apoyado en una mano y sobrecargado una pierna porque la otra la tenía cruzada. En esta premisa también lo hice mal.
  3. La lectura. La gente cuando lee en público y está nerviosa, tiene tendencia a empezar bien la frase, pero sobre la mitad aumenta la velocidad y termina de forma rápida y seca. Y eso hace que la vocalización sea aparatosa, dificultando la comprensión de los feligreses. Leyendo a un ritmo correcto, dejando una leve pausa entre cada frase y enfatizando moderadamente la última palabra, es una recomendación importante y fácil de hacer para el lector novato. Por lo que puede ayudar a cualquier persona, por nerviosa que esté. Yo también falle en esta última, porque empezaba las frases bien pero terminaba muy rápido y no dejé pausas en cada frase.
  4. Vergüenza. Esto ya es un tema personal, depende de la forma de ser de cada uno. Lo que si es cierto y os lo dice una persona vergonzosa como yo, que la vergüenza se pierde precisamente enfrentándote a este tipo de situaciones. Y no una ni dos…sino las veces que hagan falta, y a poder ser, lo más seguidas en el tiempo. La gente que va a la Iglesia, o la mayoría, no va a juzgarte como lo hagas, ya de por sí, hacer lo que la mayoría no ha querido o no ha podido, tiene un mérito inmenso. 

      Recuerda si te toca por cualquier circunstancia y te cuesta, ofréceselo al Señor, es un verdadero Apostolado de la Oración.

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