Oh mi Jesús, Tu eres la Luz de la Tierra.
Eres la llama que toca todos los corazones.
Tu misericordia y amor no conoce límites.
No somos dignos del sacrificio que hiciste con Tu muerte en la cruz.
Sin embargo sabemos que Tu amor por nosotros es mayor que el amor que tenemos por Ti.
Concédenos, Oh Señor, el don de la humildad, para que así seamos merecedores de Tu Nuevo Reino.
Llénanos con el Espíritu Santo, para que así podamos marchar hacia adelante y guiar a Tu ejército para proclamar la verdad de Tu Santa Palabra y prepara a nuestros hermanos y hermanas para la Gloria de Tu Segunda Venida a la Tierra.
Te honramos.
Te alabamos.
Nos ofrecemos a nosotros mismos, nuestras penas, nuestros sufrimientos, como un don a Ti para la salvación de las almas.
Te amamos Jesús.
Ten Misericordia de Tus hijos donde sea que ellos estén. Amen.
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