Fuente: Vatican.va
Día 4: Caminar como hijos de la tierra. Tomar conciencia de nuestro lugar en la creación de Dios nos une los unos a los otros, porque nos hace ver nuestra interdependencia, entre nosotros y con la tierra. Teniendo en cuenta la urgencia del cuidado del medioambiente y de una correcta y justa repartición de los frutos de la tierra, los cristianos están llamados a unas vidas de testimonio activo en el espíritu del año jubilar.
DÍA 4 | Caminar como hijos de la tierra |
Lecturas | |
Levítico 25,8-17 | La tierra es para el bien de todos, no para la ganancia personal |
Salmo 65,5b-18 | La efusión fructífera de la gracia de Dios en el mundo |
Romanos 8,18-25 | El anhelo de toda la creación de la redención |
Juan 9,1-11 | Jesús sanando, barro, cuerpos y agua |
Si estamos llamados a caminar humildemente con Dios tendremos que ser siempre conscientes de que somos parte de la creación y beneficiarios de los dones de Dios. Hay un creciente reconocimiento en el mundo de hoy de que es prioritaria una mejor comprensión de nuestro lugar en la creación. Especialmente entre cristianos hay una toma de conciencia creciente de que los asuntos ecológicos forman parte de ‘caminar humildemente con Dios’, el Creador, ya que todo lo que tenemos nos es dado por Dios en su creación y por tanto no es ‘nuestro’ para que podamos hacer lo que nos plazca. Por esta razón desde el 1 de septiembre al 4 de octubre los cristianos están invitados a celebrar el Tiempo para la Creación, una práctica observada cada vez por más Iglesias. En 1989 el patriarca ecuménico Dimitrios I proclamó el 1 de septiembre como jornada de oración por el medioambiente. El calendario litúrgico de la Iglesia ortodoxa comienza ese día con una conmemoración de la creación del mundo por Dios. El 4 de octubre muchas Iglesias de la tradición occidental conmemoran a Francisco de Asís, el autor del ‘Cántico de las criaturas’. El comienzo y el final del Tiempo para la Creación están de este modo ligados a la preocupación por la creación en la tradición cristiana oriental y occidental, respectivamente.
La historia cristiana es de redención para toda la creación; es la historia misma de la creación. La fe de que en Jesús Dios se hace hombre en un tiempo y lugar concretos, es una creencia central alrededor de la cual se encuentran todos los cristianos. Es la fe compartida en la encarnación la que comporta un reconocimiento profundo de la importancia de la creación –de los cuerpos, la comida, la tierra, el agua y todo lo que alimenta nuestra vida como personas en el planeta-. Jesús es plenamente parte de este mundo. Puede sorprender que Jesús cure usando su saliva y el barro de la tierra, pero es congruente con este sentido real del mundo creado como partícipe en la acción de Dios de llevarnos a una nueva vida.
En el mundo, la tierra es ordinariamente trabajada por las personas más pobres que frecuentemente no tienen parte en sus frutos. Al mismo tiempo, estas comunidades tienen un especial cuidado por la tierra, como muestran sus formas de cultivarla que son expresión de una sabiduría práctica.
El cuidado de la tierra implica cuestiones básicas sobre cómo los seres humanos deben vivir en la creación en modos que sean más plenamente humanos para todos. Que la tierra –su cultivo y propiedad- sea a menudo fuente de desigualdades económicas y de prácticas de empleo degradantes, es motivo de gran preocupación y de acción conjunta para los cristianos. El reconocimiento de estos peligros de explotación de la tierra en el contexto de la Alianza se expresa en las instrucciones sobre el año jubilar del Levítico: la tierra y sus frutos no son dados como oportunidad ‘para engañar al prójimo’, sino que el cultivo de la tierra debe ser en beneficio de todos. Esta no es solamente una ‘idea religiosa’: está ligada a actuaciones económicas y financieras muy reales concernientes al modo en que la tierra es administrada, comprada y vendida.
Oración
Dios de vida, te damos gracias por la tierra y por los que la cuidan y hacen que dé sus frutos. Que el Espíritu, dador de vida, nos ayude a reconocer que somos parte de la red de relaciones de la creación. Que aprendamos a apreciar la tierra y a sentir el anhelo de la creación. Que caminemos de verdad juntos tras los pasos de Jesús, trayendo sanación a todo lo que hiere la tierra y garantizando una justa repartición de todo lo que produce.
Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz. Amén.
Preguntas
- Las lecturas de hoy invitan a los cristianos a una profunda unidad de acción en la preocupación común por la tierra. ¿Dónde ponemos en práctica juntos el espíritu del año jubilar en nuestras vidas como cristianos?
- ¿Dónde en nuestras comunidades cristianas somos cómplices de actuaciones que degradan y explotan la tierra? ¿En qué casos podríamos trabajar más unidos aprendiendo y enseñando la reverencia hacia la creación de Dios?
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