domingo, 4 de diciembre de 2011

2 Domingo de Adviento: Tiempo de una profunda Metanoia.


Homilía del Pasionista Padre Rafael de este domingo día 4 de diciembre del año 2011:


Muéstranos tu misericordia Señor y muéstranos tu Salvación que es tanto como decir muéstrate Señor o muéstranos al Dios Verdadero, al Dios Vivo. Y precisamente en Jesús encontramos esa respuesta, esa respuesta divina a la inquietud humana. Cuando Felipe le dijo a Jesús muéstranos al Padre, Jesús le contestó "Quien me ve a mí ve al Padre". Y poco antes dijo antes Jesús: " y el que me ve ,ve aquel que me ha enviado". Que se refiere también al Padre.

Jesucristo es el Sacramento de Dios. Ver a Cristo es ver a Dios. Escuchar a Cristo es escuchar a Dios. Obedecer a Cristo es encontrarse con Dios. Muéstranos Señor tu misericordia y danos tu Salvación. La vida de Cristo, especialmente durante su actividad Apostólica en esos tres años que recorrió Palestina de Norte a Sur y de Este a Oeste. La vida de Cristo es una constante revelación de un Dios que es Amor, de un Dios que es misericordia, de un Dios que es ternura, de un Dios que es paciencia, de un Dios que es compasión... de un Dios que es Salvación.

Ha mostrado el rostro de un Dios que nos ha amado inocentemente. Y por lo tanto un Dios que desea nuestro bien, que seamos realmente felices. Y la clave de esa felicidad que todo ser humano busca a lo largo de su vida, descansa en Dios. Es Dios mismo.

Nosotros los cristianos estamos llamados, y en este tiempo de Adviento nos recuerda de una manera muy vehemente, a ser sacramento de Cristo. A que a través de nosotros la gente conozca a Cristo. A través de nuestra vida, anunciemos a Cristo. Y lleguemos a los demás a Cristo.
Y este tiempo de Adviento los creyentes tenemos dos cosas importantes:
1) verificar si realmente, si lo que yo digo ser,  "soy cristiano", viene acompñado con una vida que muestra a Cristo, muestrame tu rostro, muestrame a Dios, muestrame a Cristo. Tengo que mostrar a Cristo. Es un verificar si es eso verdad.
2) el  tiempo de Adviento nos brinda la oportunidad de rectificar, ese parecer que tenemos. Que a veces decimos:"sí, yo soy buen cristiano". "Yo muestro a Cristo". Ese parecer que yo digo, rectificarlo porque los demás no ven aquello de lo que decimos de nosotros mismos. " Soy buen cristiano, yo estoy mostrando a Cristo" Y los demás nos dicen que no es cierto, yo en ti no veo a  Cristo, con tu conducta, con tu actitud, con tu proceder.

El tiempo de Adviento es un tiempo de verificación y un tiempo de rectificación, sobre nuestra propia identidad y praxis cristiana. Y por lo tanto, en este segundo domingo, insistiendo en esto de ser sacramento de Cristo, nosotros tenemos que profundizar en dos cosas:
1)Que en mi vida hable de Cristo. Muestre a Cristo.
2)Que en mi vida lleve a Cristo.

Voy a desarrollar estas dos ideas, siempre con trasfondo las dos lecturas de este domingo:
(Primera Lectura:Isaías 40:1-5, 9-11 .Salmo ResponsorialSalmo 85:9-14Segunda Lectura: II Pedro 3:8-14  .Evangelio:Marcos 1:1-8)


En cuanto a la primera tenemos que ir rapidamente a la figura de Juan el Bautista,  es uno de los personajes del Adviento, junto con la Virgen María y el profeta Isaias

Icono Ortodoxo San Juan Bautista
En Juan el Bautista encontramos un modo de ser realmente un cristiano, cuya conducta muestra y revela a Cristo. ¿Cómo se preguntaran? ¿Cómo podemos nosotros saber que está mostrando a Cristo?. Nos dice la palabra de Dios; envío a mi Mensajero, lo envío dice el Evangelio. Envío a mi mensajero delante de ti para que prepare el camino. En este caso el mensajero es Juan el Bautista. Juan Bautista es el precursor de Jesucristo. Juan Bautista es el precursor del Mesías. Él es consciente que no es el Mesías. El es consciente que no es la Palabra, él es la Voz que grita en el desierto. Pero no es la Palabra Encarnada. Porque esa Palabra Encarnada es Cristo mismo. Él es consciente de la tarea que se le ha confiado. Y su estilo de vida es tan llamativo que sorprende que no lo hiciera en la ciudad, sino que lo hiciera en el desierto. Su estilo de vida es tan llamativo que en el desierto no es él quien busca a la gente, sino la gente que lo busca a él. Porque tiene un modo de ser y de existir realmente bueno. Algo que rompe los esquemas de aquel entonces. 

Recordar, que mi vida muestre a Cristo. En este caso se espera al Mesías. Es un aviso inminente, está por llegar. Y Juan Bautista con su vivir y sobre todo con su predicación, va trayendo a la gente. Y está trayendo a la gente para que haya una verdadera revolución interior. No una revolución de tipo político. Recordemos quel los judíos vivían en un régimen de opresión por parte de los romanos. Los judíos esperaban anhelantes la llegada del Mesías. Pero claro el modelo de Mesías que ellos tenían era de un Mesías guerrero. Y lo aguardaban con la espada, el cuchillo o con lo que tuvieran a mano. Armados y una vez que llegara el Mesías atacaban a los romanos y acabamos con este pueblo invasor. Y el propio Juan Bautista dice que el Mesías no es así, que no es cuestión de armarse. La cosa tiene que ver con cada uno de nosotros. Que se trata de una conversión del corazón. Que la lucha que tenemos que librar es una lucha interior, una conversión profunda, una METANOIA, cambio de mente y de corazón. Y por lo tanto cambio de vida, porque es así como debemos de recibir al Mesías. Renovados, purificados... totalmente transformados. 

Eso es lo que estaba llamando y exhortando el propio Juan Bautista. Esa conversión del corazón. Ya no tenía que ver tanto con un aspecto externo, sino interno. Que lógicamente iba afectar después a la misma vida de los propios convertidos. Ya no era una vida como la de siempre. Ahora era una vida que se iba fraguando, a partir de esa espera que se estaba cumpliendo ya en la llegada del Mesías. Que cuando llegue el Mesías os encuentre, renovados, transformados. Eso quiere decir la expresión, allanar los caminos al Señor. Que es una reconciliación. Donde hay injusticia que haya justicia, donde haya odio haya amor, donde haya desunión haya comunidad, donde haya desigualdad haya igualdad, donde haya tristeza haya alegría, donde haya necesidad haya solidaridad, igualdad, armonía, entendimiento. Preparad los caminos al Señor. Que haya una transformación.

Y a esto llamó Juan el Bautista. También nosotros estamos llamados a que nuestro anuncio, que en este caso tiene que ser existencial. Que nuestra vida hable de Áquel que sostiene mi vida. Aquel que da dirección a mi existencia. Aquel que incluso da sentido a mi propio sentir. Cristo Jesús el Mesías y el Salvador. 

¿Mi vida habla de Cristo? Eso es lo que hay que preguntarse. ¿Mi fondo de existir y coexistir tiene que ver con Cristo? ¿Muestro a Cristo con mi propia manera de comportarme?. Y lo segundo es llevar a Cristo. Hay que llevarlo a Cristo. El propio Juan el Bautista decía, cuidado que yo no soy el Mesías, ni siquiera decía que no era digno de desatarle la correa de sus sandalias. Yo os estoy bautizando con agua, pero el que viene os bautizará con agua y Espíritu Santo. Ahí surge la Comunidad, la Iglesia. Nosotros somos Comunidad de Bautizados. Juan Bautista  advierte a los que están allí que no se fijen en él, que él no es la meta, él no es el Mesías. Que él es un instrumento que intenta hacer su misión cada día. Y que por lo tanto, ellos tienen que mirar más allá, el contenido del mensaje, que es el Mesías. Tienen que dirigir su mirada al Mesías, su vida al Mesías y que esa conversión del corazón es para que el Mesías reine en su vida. 

El Adviento también es un tiempo para que dispongamos nuestros corazones para que venga el Salvador. Y renazca en nosotros aquellos valores y aquellos criterios que no tienen mucho que ver con el mundo, sino con Dios.  Y esos valores son los que realmente nos dignifican como personas. Y también nos humanizan. Dignifican, humanizan y también nos fraternizan. Nos hace hermanos unos con otros en el Amor. Que no sólo nuestra vida hable de Cristo sino que también nuestra vida lleve a Cristo.

Es el tiempo de preparación para Navidad. Todos tenemos familiares o conocidos, que son a lo mejor, muy indiferentes o muy fríos en materia de fe. Pues no es plan que les demos un sermón cada día, a ver si se convierte así. Sino que mi propia manera de comportarme con ellos, ya les puedo decir algo, les interpele, les transforme: Mira este como se esta preparando, mira no se deja engatusar por los cantos de sirenas del mundo materialista. Con toda su propaganda para el consumo, sino que con moderación va caminando y preparándose para esta gran fiesta (la Navidad). Y lo hace desde unos criterios muy humanos y también criterios que tiene que ver con la Voluntad de Dios.

¿ Mi vida muestra a Cristo? ¿ Mi vida lleva a Cristo?. Termino con una exhortación de San Pedro siguen teniendo validez.-"Por tanto queridos hermanos, mientras esperais estos acontecimientos( para nosotros la Parusía- la segunda Venida de Cristo) procurad que Dios os encuentre en Paz con Él, inmaculados e irreprochables." Es decir que nos encuentre haciendo el bien. Siendo buenos cristianos y me atrevería a decir más, siendo personas santas. Dice el Hermano Caretto en sus libros que ya no es suficiente ya con ser buenos cristianos, que los hay. El mundo necesita de Santos. Y nosotros estamos llamados a ser Santos. Que la Gracia de Nuestro Señor inunde Nuestro ser y nos haga mejores cristianos. Y también cristianos que irradian la Santidad de Dios, la santidad de Cristo.



*Metanoia Esta palabra también es usada en teología cristiana asociando su significado al arrepentimiento, sin embargo y a pesar de la connotación que a veces a tomado no denota en sí mismo culpa o remordimiento, sino la transformación o conversión entendida como un movimiento interior que surge en toda persona que se encuentra insatisfecha consigo mismo. En tiempos de los primeros cristianos se decía del que encontraba a Cristo que había experimentado una profunda metanoia.

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