viernes, 4 de mayo de 2012

Letanías de la Humildad


Uno de sus rasgos más característicos eran la humildad.

Dios nos pide a menudo que venzamos nuestro yo. Ese yo que impera, ese yo egoista, soberbio, ególatra… Si recordamos, el pecado original vino porque Adán y Eva quisieron ser dioses con el árbol de la ciencia. El demonio y sus ángeles fueron precipitados del cielo porque desobedecieron a Dios, porque querían ser más que Él y no aceptaban servir a una criatura menor como es el hombre…

Es un camino difícil, pero seamos humildes y mansos. Caeremos muchas veces, pero siempre que nos levantemos con prontitud y con generosidad por Dios, venceremos un poco más a nuestro yo. Aunque siempre confesemos los mismos pecados, sino nos desanimamos y luchamos cada día por mejorar hasta donde lleguemos (aunque sea en contra de nuestros gustos) iremos adhiriéndonos un poquito cada vez más a Dios.

Ojala que hicieramos su Santa Voluntad. Por eso quiero compartir esta letanía que me acabo de encontrar. Me ha sorprendido muchas partes porque en casi todas fallo. Y para hacer su voluntad es preciso ser humildes.

Letanías de la Humildad

Fuente original: "Tengo sed de ti": http://networkedblogs.com/xdZWJ

Anoche hablaba con un amigo sacerdote y él me decía: “Un corazón lleno de sí mismo no tiene espacio para Dios, por eso la humildad es tan importante para el cristiano. Ese es el primer paso para la verdadera oración”… así que siguiendo su consejo, les comparto las Letanías de la Humildad… una hermosa oración que solía hacer el Cardenal Merry del Val cada vez que terminaba de celebrar la Santa Misa…
Letanías de la Humildad
Jesús, manso y humilde de Corazón… óyeme.
Después de cada petición, repetimos: “líbrame, Jesús”
Del deseo de ser lisonjeado… líbrame, Jesús.
del deseo de ser alabado…
del deseo de ser honrado…
del deseo de ser aplaudido…
del deseo de ser preferido a otros…
del deseo de ser consultado…
del deseo de ser aceptado…
del temor de ser humillado…
del temor de ser despreciado…
del temor de ser reprendido…
del temor de ser calumniado…
del temor de ser olvidado…
del temor de ser puesto en ridículo…
del temor de ser injuriado…
del temor de ser juzgado con malicia…
Después de cada petición, repetimos: “Jesús, dame la gracia de desearlo”
Que otros sean más amados que yo… Jesús, dame la gracia de desearlo.
que otros sean más estimados que yo…
que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse…
que otros sean alabados y de mí no se haga caso…
que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil…
que otros sean preferidos a mí en todo…
que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda…
Oración: Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de Ti en el cielo. Amén.
 — Cardenal Rafael Merry del Val

1 comentario:

  1. Preciosas las Letanías de humildad Pepe, nos acercan a las huellas de Jesús. Las tendré en cuenta amigo. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
    http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

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