***** Atención si eres amante de los animales te advierto que este post te puede apenar. Así que si eres sensible no lo leas.
Ayer cuando terminé la Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, volví lleno de paz y recogimiento. Mientras volvía a casa y de camino, estuve hablando un poco con una adoradora y ya me fui como siempre por el mismo camino. La costumbre. A esto que viendo sin ver, escuchando sin oir, tan enfrascado estaba en la paz reposada que oí un estruendo de un coche que iba toda velocidad. Se dejó los bajos delanteros ya que iba a mucha velocidad y había una pequeña rasante. De hecho estaba yo en el paso de cebra con otros dos chicos y del golpe ellos se fijaron mejor, yo sólo vi los plásticos que había dejado y que además en ningún caso se paró, que siguió a su excesiva velocidad. Fueron los chavales los que se dieron cuenta que había un gato agonizante. Fue terrible, no quiero entrar en detalles pero no pude dejarlo ahí. A pesar de ser las 3 y media de la noche aproximadamente, había algunas personas en la acera y nos quedámos trémulos. No pude dejarlo ahí, lo cogí entre mis brazos y lo dejé en la acera con delicadeza. Estaba sufriendo, esterores de muerte. Yo nunca había vivido una situación así, no había tenido un contacto tan cercano de la muerte, esa agonía salvo con mi padre.
Estuve llorando toda la noche, me dio mucha pena. Son criaturas de Dios, que sienten y padecen. Y desgraciadamente no todo le mundo lo comparte. Ni le interesa. Pero somos responsables de este mundo y de todo lo que contiene, como Dios así lo quiso.
Ayer cuando terminé la Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, volví lleno de paz y recogimiento. Mientras volvía a casa y de camino, estuve hablando un poco con una adoradora y ya me fui como siempre por el mismo camino. La costumbre. A esto que viendo sin ver, escuchando sin oir, tan enfrascado estaba en la paz reposada que oí un estruendo de un coche que iba toda velocidad. Se dejó los bajos delanteros ya que iba a mucha velocidad y había una pequeña rasante. De hecho estaba yo en el paso de cebra con otros dos chicos y del golpe ellos se fijaron mejor, yo sólo vi los plásticos que había dejado y que además en ningún caso se paró, que siguió a su excesiva velocidad. Fueron los chavales los que se dieron cuenta que había un gato agonizante. Fue terrible, no quiero entrar en detalles pero no pude dejarlo ahí. A pesar de ser las 3 y media de la noche aproximadamente, había algunas personas en la acera y nos quedámos trémulos. No pude dejarlo ahí, lo cogí entre mis brazos y lo dejé en la acera con delicadeza. Estaba sufriendo, esterores de muerte. Yo nunca había vivido una situación así, no había tenido un contacto tan cercano de la muerte, esa agonía salvo con mi padre.
El gato como criatura de Dios, aunque sin alma, siente y padece. Yo no sabía que hacer, de hecho intenté tocarle el pulso pero no sabía si era en el cuello. Su cuerpo roto, destrozado por dentro... Que pena sentí...después lo deposité con cuidado en parcela de cesped. En una ciudad donde lo hubiera puesto? No sabía donde dejarlo, que hacer... creo que murió al cabo de un minuto. A Dios gracias, por su agonía.
Muchas veces, gente que ha intentado esquivar animales se han matado, de hecho no estaba pendiente del tráfico y probablemente algo no intencionado . Pero el hecho que no se parara, a pesar de dejarse en un estruendo todos los plásticos del bajo me hace sospechar que fue aposta. Lo desconozco.
Fijémonos en las pupilas de los animales... |
Estuve llorando toda la noche, me dio mucha pena. Son criaturas de Dios, que sienten y padecen. Y desgraciadamente no todo le mundo lo comparte. Ni le interesa. Pero somos responsables de este mundo y de todo lo que contiene, como Dios así lo quiso.
Eso me hizo pensar en el Poverello. San Francisco de Asís, no olvidemos que fue el primer estigmatizado (por algo sería), comprendió mejor que nadie el amor que debemos a toda criatura de Dios. Sea cual sea.
Aunque los Evangelios no lo figuran, tengo la intuición personal que Cristo amaba a los animales. Y que toda la esencia de lo Creado, al ser loable y bueno y bello estará en el Reino Eterno, pero no como nosotros podamos imaginar. De hecho, mucho de las fuentes de conflicto es si nuestros animales de compañía irán al Cielo. La teoría dice que al no tener alma no, y eso hace sufrir a muchos. Pero debemos tener la confianza en Dios, que el se place de lo creado y que la esencia, (el aliento de vida aunque no tenga la dignidad divina del alma) será conservada por su Amor y Sabiduría.
El problema es que algunos seres humanos tendemos a quitar la dignidad propia de los animales de compañía, como a los perros y a los gatos, haciéndolos parecer humanos, o atribuyéndoles rasgos que no les corresponden. Además de los cuidados fundamentales y su alimentación, que sí es loable, debemos rechazar esa frivolidad como vestir animales o gastarse el dinero en peinados y chorradas.
Nosotros los católicos, tenemos un compromiso con la época que Dios nos ha concedido vivir, luchando para forjar un equilibrio de caridad y sensibilidad digna, respetuosos, dignos de ser hijos de Dios. No podemos considerarnos católicos y no tener respeto a los animales. No son juguetes, cada animal tiene una misión en la Creación concedida por Dios.
También es signo de contradicción en estos tiempos, que muchos que se autodefinen defensores de animales, rozando el veganismo o al menos, vegetarianos comprometidos, estén dispuestos a sacrificar su vida rechazando algunas comodidades pero que en cambio están a favor del aborto. Es decir, ¿Luchan contra la extinción del koala y no de su propio hijo? Es ciertamente una contradicción.
Uno de los rasgos criminales es el placer que suscita desde la niñez, la tortura de animales como lagartijas y sapos.
Muchos de los productos de belleza, son probados en animales creándoles padecimientos. Sé que puede sonar quijotesco, pero en vez de utilizar la última marca que combate el cabello graso, lo mejor sería coger una pastilla de jabón de lagarto para ducharse.
Recuerdo que unos días antes de que el rey tuviera la polémica caída en África, quedé a tomar unas cañas con unas conocidas. Amantes ellas de un peculiar y simpático perro, defendían a capa y espada (nunca mejor dicho) la caza y la tauromaquia. Y de hecho me consta que son católicas. Yo intenté argüir que divertirse a costa del sufrimiento de los animales no es una obra caritativa ni loable. Me argumentaron que en el caso de los cotos de caza o los toros de lidia, vivían gracias a eso y que sino hubiera toreo o caza, muchas especies habrían desaparecido. Además al ver que no me convencían, siguieron insistiendo que en el caso del toro, vivía a cuerpo de rey hasta que era toreado. Sinceramente, se sostiene estos argumentos? Por supuesto dejando un lado la política antitaurina derivada del antiespañolismo (adoptando en Cataluña el burro, cuando el burro no es distintivo de ningún país europeo, sino que es común...). Dejando a un lado como digo, el tema político, ¿qué podemos esperar de una sociedad que se recrea matando a animales por placer? ¿Dónde está la necesidad imperiosa de alimento o de vestimenta en la caza en el siglo XXI? Acaso se cumplen las palabras de Dios en el Génesis 1, 26-27 con la caza y el toreo?:
«Hagamos al *ser humano a nuestra imagen y semejanza.Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes,[a] y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.»
Yo creo que no se cumple. Busquemos el equilibrio, el amor, la benignidad, la caridad, el respeto a nuestros hermanos y a las demás de Dios. Comamos, pero no busquemos disfrutar a costa de matar y asesinar animales. Rechacemos las pieles de los animales y todo cuanto sea vanidad y superfluo. Vivimos en el siglo XXI.
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